Estos tres poemas los escribí en la oficina. El primero no tiene nada que ver conmigo y mi crisis afectivas (lo juro, lo juro, lo juro). Alina, una pelada de la agencia se peleó con un machuque y le quería pedir cacao de una forma extremada e impresionantemente cursi y se enteró que el segundo poema, que escribí hace dos meses en un intento por hacer uno para el día de la mujer del Club Campestre, era de mi autoría y me pidió que le pegara una ayudadita.
El segundo, como ya lo dije, lo escribí hace dos meses, pensando en mi mamá como mujer, pero funcionó más como madre, así que decidí archivarlo para este mes y hacer otro para el de la mujer: el tercero, que es más bien un aviso.
Tres por ti
Imperfección humana,
Debilidad maldita.
Una pared nos separa,
Mi alma por ti grita.
Si, soy humano y fallo,
Mi mente está inquieta.
Hoy quiero estar contigo,
Perdóname lo malo.
Mi cuerpo pierde el agua
Que hidrata mi guarida,
¿Cómo puedo yo decirte
Que eres parte de mi vida?
La Playa
Tibio beso de amanecer
Que me invitaba a despertar,
De tus manos dulce sabor,
Por el que volvía a casa a soñar.
Olor suave de mar,
Equilibrio de mis ansias,
Hoy vuelo cual gaviota,
Gracias a tu constancia.
Musa campestre
Fuerza delicada que crea más fuerzas,
Hija de la tierra, tienes su belleza,
En sur o norte, este u oeste,
Siempre estás tú, cual musa campestre.
Namasté a toda madre (y los que se comportan como madres).
viernes, mayo 26, 2006
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